▀■ Tecno|Grafía[s]: ¿En qué sentido tiene el término hacker relación con el término maker?
■▀ Valentín Muro: Hacker y maker son términos que claramente se solapan y en ciertos casos son intercambiables, pero deben hacerse algunas distinciones. Primero, podemos entender por hacker a alguien que se divierte con la tecnología, que se dedica a entender cómo funcionan las cosas para cambiar su funcionamiento y orienta su trabajo de acuerdo a su curiosidad, bajo la condición necesaria de que este trabajo lo apasione. El maker cumple con esas condiciones, pero no sólo se dedica a modificar tecnología preexistente, sino que se dedica principalmente a crear o "hacer" nueva tecnología. En segundo lugar y yendo al origen de ambos términos, un hack suele ser una solución “rápida y sucia”, por lo general ingeniosa, para cierto problema. En cambio, maker remite a “make”, hacer. Por esto es que se hacen llamar hacedores, personas que hacen cosas; personas que al identificar una necesidad crean nuevos objetos para satisfacerla. En tercer lugar, mientras que un hacker podría dedicarse únicamente al código, el vínculo entre entre el maker y lo físico es indispensable.
Por otro lado y a pesar de estas minucias, el término maker surgió también como respuesta al avasallamiento mediático del término ‘hacker’, y es usado para traer algo de aire fresco y referir con mayor precisión a las personas que hacen cosas, alineados con los valores de la ética hacker. Es raro encontrar a un maker que no se considere un hacker.
Por otro lado y a pesar de estas minucias, el término maker surgió también como respuesta al avasallamiento mediático del término ‘hacker’, y es usado para traer algo de aire fresco y referir con mayor precisión a las personas que hacen cosas, alineados con los valores de la ética hacker. Es raro encontrar a un maker que no se considere un hacker.
▀■ TG: ¿El movimiento maker se dirige exclusivamente a un saber hacer?, ¿qué es lo que realmente se busca obtener de este conocimiento?
■▀ VM: Es en cierto modo injusto poner el interés del movimiento maker exclusivamente en el saber hacer. Este interés en el saber hacer en realidad responde a una marcada tendencia en el sistema educativo a dejarlo a un lado y enfocarse casi exclusivamente en el conocimiento teórico o ‘saber’ a secas. Lo que se propone en la cultura del hacer es reanimar el vínculo indisoluble entre el saber y el saber hacer; dejar en evidencia que se trata en cambio de distintos aspectos del mismo proceso de conocimiento y gestación cultural, a partir del cual puede transformarse el mundo. El movimiento maker suele concebir al conocimiento como sometido al hacer. Es decir, sin negar el saber teórico, pone énfasis en el saber práctico. Esto no es en un sentido jerárquico, sino más bien porque los makers encuentran que el mejor camino hacia el conocimiento teórico es el acercamiento práctico. Para aprender sobre matemática y lógica desarrollamos videojuegos, para estudiar física construimos cohetes, para estudiar literatura no sólo leemos sino que escribimos y fabricamos nuestros propios libros, etcétera. |
■"Valentín Muro, especialista en tecnología, explica la importancia de entender cómo funcionan las cosas para así poder adoptar un rol más activo a la hora de relacionarnos con el mundo que nos rodea y con el conocimiento." | [Fragmento] Educ.ar © 2013
http://www.educ.ar/sitios/educar/blogs/ver?id=121319&referente=estudiantes |
▀■ TG: ¿Por qué denominarlo cultura, movimiento o fenómeno?
■▀ VM: Cultura, movimiento y fenómeno no son términos intercambiables, y mientras que el movimiento maker es parte de la cultura del hacer, no creo que se trate de un mero fenómeno cultural.
Para estudiar la cultura podemos recuperar tres aspectos: lo que la gente piensa, lo que la gente hace y los productos materiales que generan.
Para estudiar la cultura podemos recuperar tres aspectos: lo que la gente piensa, lo que la gente hace y los productos materiales que generan.
El problema con los primeros dos aspectos es que suele haber una gran diferencia entre lo que la gente piensa (sus valores) y lo que efectivamente hace (su comportamiento). La cultura del hacer pone énfasis en el tercer aspecto, el de los productos materiales, y se orienta a partir de una serie de valores y comportamientos fuertemente arraigados, principalmente heredados de la ética hacker. Para la cultura del hacer es fundamental la forma particular de su transmisión: todo producto debe ser abierto y apto para ser compartido. El código abierto, aplicado a todo tipo de información y conocimiento, es el aire que se respira.
El movimiento maker en la actualidad viene a ser una de las principales encarnaciones de la cultura del hacer, en su vertiente tecnológica. Pero sin duda no es la primera: el movimiento DIY de los 70s y 80s, la “desobediencia tecnológica” en Cuba explorada por Ernesto Oroza, o inclusive los programas televisivos para el hágalo usted mismo o “home improvement”, responden al crecimiento por el interés de hacer nuestros propios objetos, de satisfacer
personalmente necesidades de la vida cotidiana, orientados principalmente por la satisfacción de haberlo hecho uno mismo.
Creo que “fenómeno” es el término más desafortunado de los tres. Si bien la cultura del hacer tiene algo de ‘fenómeno cultural’, como toda moda o manifestación cultural novedosa, remite a valores y costumbres que son más bien tan antiguas como las sociedades humanas. Esto es, la cultura del hacer recupera cuestiones intrínsecamente humanas como nuestra afición por dejar una marca en el mundo y compartir y colaborar con aquello que nos apasiona. Puede afirmarse, inclusive, que la cultura del hacer es conservadora, en tanto adhiere a valores desterrados a partir de la revolución industrial como los de la comunidad, la producción local, la preocupación por el medio ambiente y el trato de los trabajadores como individuos y no como partes de una maquinaria.
El tipo de actividades humanas puestas en juego con la cultura del hacer parecen ir más allá de una moda y remitir directamente a una forma de vivir o una perspectiva que afecta como una reacción en cadena a los ámbitos de lo cotidiano. En efecto, se trata de una cultura porque propone una forma de vivir, de realizarnos como individuos.
El movimiento maker en la actualidad viene a ser una de las principales encarnaciones de la cultura del hacer, en su vertiente tecnológica. Pero sin duda no es la primera: el movimiento DIY de los 70s y 80s, la “desobediencia tecnológica” en Cuba explorada por Ernesto Oroza, o inclusive los programas televisivos para el hágalo usted mismo o “home improvement”, responden al crecimiento por el interés de hacer nuestros propios objetos, de satisfacer
personalmente necesidades de la vida cotidiana, orientados principalmente por la satisfacción de haberlo hecho uno mismo.
Creo que “fenómeno” es el término más desafortunado de los tres. Si bien la cultura del hacer tiene algo de ‘fenómeno cultural’, como toda moda o manifestación cultural novedosa, remite a valores y costumbres que son más bien tan antiguas como las sociedades humanas. Esto es, la cultura del hacer recupera cuestiones intrínsecamente humanas como nuestra afición por dejar una marca en el mundo y compartir y colaborar con aquello que nos apasiona. Puede afirmarse, inclusive, que la cultura del hacer es conservadora, en tanto adhiere a valores desterrados a partir de la revolución industrial como los de la comunidad, la producción local, la preocupación por el medio ambiente y el trato de los trabajadores como individuos y no como partes de una maquinaria.
El tipo de actividades humanas puestas en juego con la cultura del hacer parecen ir más allá de una moda y remitir directamente a una forma de vivir o una perspectiva que afecta como una reacción en cadena a los ámbitos de lo cotidiano. En efecto, se trata de una cultura porque propone una forma de vivir, de realizarnos como individuos.
▀■ TG: ¿Qué papel juega la llegada de internet en este aspecto?
■▀ VM: Cuando afirmamos que "el hacer es conectar", debemos reconocer que el papel de internet se encuentra en la segunda parte de la ecuación.
Siguiendo a David Gauntlett ("Making is Connecting, 2011) podemos entender que “el hacer es conectar” en al menos tres sentidos: i) el hacer es conectar porque debemos conectar cosas (materiales, ideas o ambas) para hacer algo nuevo; ii) el hacer es conectar porque los actos de creatividad involucran una dimensión social y nos conectan con otras personas; y iii) haciendo cosas y compartiéndolas con el mundo es que aumentamos nuestro compromiso con nuestro entorno, tanto físico como social.
El papel indispensable que juega internet en la cultura del hacer es el de permitir que las personas compartan en comunidades (en su mayoría surgidas espontáneamente) aquello que hacen. Mientras que los grupos donde se comparte cierto oficio (clubes de tejido, por ejemplo) tienen una larga historia, cuando se trata de intereses más específicos (como el hackeo de aparatos para hacer controladores musicales MIDI) es más difícil encontrar geográficamente cerca a personas con quienes compartir. Internet, o mejor dicho la web 2.0, permitió que sin importar nuestro interés particular pudiéramos mostrar lo que hacemos y enseñar cómo lo hacemos con el resto del mundo.
En su extensa investigación, Gauntlett identificó, en resumidas cuentas, que la gente pasa mucho tiempo en línea creando contenidos porque "quieren sentirse activos y reconocidos dentro de una comunidad de gente interesante, y porque quieren expresar o mostrar aspectos de sí mismos y sus intereses" (Gauntlett, 2011)
Si bien la vasta mayoría de actividades y productos que concedemos a la cultura del hacer no son novedosos (muebles hechos a mano, aparatos modificados, ropa personalizada, inclusive hacks electrónicos, y un larguísimo etcétera), la forma en que el hacer se constituye socialmente a partir de la formación de comunidades locales y virtuales lo es.
■▀ VM: Cuando afirmamos que "el hacer es conectar", debemos reconocer que el papel de internet se encuentra en la segunda parte de la ecuación.
Siguiendo a David Gauntlett ("Making is Connecting, 2011) podemos entender que “el hacer es conectar” en al menos tres sentidos: i) el hacer es conectar porque debemos conectar cosas (materiales, ideas o ambas) para hacer algo nuevo; ii) el hacer es conectar porque los actos de creatividad involucran una dimensión social y nos conectan con otras personas; y iii) haciendo cosas y compartiéndolas con el mundo es que aumentamos nuestro compromiso con nuestro entorno, tanto físico como social.
El papel indispensable que juega internet en la cultura del hacer es el de permitir que las personas compartan en comunidades (en su mayoría surgidas espontáneamente) aquello que hacen. Mientras que los grupos donde se comparte cierto oficio (clubes de tejido, por ejemplo) tienen una larga historia, cuando se trata de intereses más específicos (como el hackeo de aparatos para hacer controladores musicales MIDI) es más difícil encontrar geográficamente cerca a personas con quienes compartir. Internet, o mejor dicho la web 2.0, permitió que sin importar nuestro interés particular pudiéramos mostrar lo que hacemos y enseñar cómo lo hacemos con el resto del mundo.
En su extensa investigación, Gauntlett identificó, en resumidas cuentas, que la gente pasa mucho tiempo en línea creando contenidos porque "quieren sentirse activos y reconocidos dentro de una comunidad de gente interesante, y porque quieren expresar o mostrar aspectos de sí mismos y sus intereses" (Gauntlett, 2011)
Si bien la vasta mayoría de actividades y productos que concedemos a la cultura del hacer no son novedosos (muebles hechos a mano, aparatos modificados, ropa personalizada, inclusive hacks electrónicos, y un larguísimo etcétera), la forma en que el hacer se constituye socialmente a partir de la formación de comunidades locales y virtuales lo es.
▀■ TG: ¿Cuáles serían las implicaciones de la filosofía maker en los contextos político, económico y cultural a nivel global?
|
■▀ VM: Siguiendo el espíritu de época, se tiende a hablar de revolución para cualquier elemento cultural que siquiera remotamente parezca novedoso. La revolución digital, la tercera revolución industrial, la revolución de las redes sociales, etcétera. Es sensato hacerse a un lado de tales consideraciones, y enfocarse más en el impacto efectivo que estos elementos culturales muestran tener.
Si podemos ubicar características constitutivas de una "filosofía maker" o "filosofía del hacer", varias de ellas tienen claras implicancias políticas y económicas. En particular, la idea poderosa de la cultura del hacer es en resumidas cuentas que cualquiera puede hacer cualquier cosa. |
Mientras que la academia se mueve indefectiblemente en dirección hacia la hiperespecialización, haciendo más angosta la perspectiva que cualquiera pueda tener sobre su impacto en el mundo, muchos otros espacios invitan a 'hacer cualquier cosa' que nos interese hacer.
Uno de los elementos fundamentales que la web aporta es permitir que las personas muestren lo que hacen y cómo lo hacen.
En plataformas especificas para ello como Instructables, o inclusive YouTube, podemos encontrar tutoriales para hacer lo que se nos ocurra. La idea poderosa que se transmite es que muchas veces la mayor diferencia entre la persona que nos muestra cómo hacer algo y nosotros es que ellos efectivamente lo están haciendo y nosotros no. Por ejemplo, tutoriales para hacer todo tipo de reparaciones domésticas demuestran en instantes cómo aquello que prejuiciosamente asumimos que escapa a nuestras capacidades es en realidad por demás accesible.
Política. La cultura del hacer genera la sensación de autosuficiencia ("puedo hacer lo que me propongo"). Esto las independiza en varios sentidos y las emancipa. Si las personas se reconocen capaces de modificar su entorno inmediato, modificar los siguientes órdenes (barrio, ciudad, país, etcétera) no se ve como algo inalcanzable.
Económico. No queda del todo claro si las manifestaciones actuales de la cultura del hacer en efecto cuestionan al capitalismo o si sólo se acomodan a él para perpetuarlo. Muchas veces se lo puede discutir a partir de un ejemplo como la producción de basura. ¿Debemos revisar cómo reutilizar nuestra basura o procurar encontrar el modo de generar menos? (No se trata de opciones mutuamente excluyentes, pero alcanza para ilustrar el punto.) De algún modo la cultura del hacer se instala como un modo de subsanar problemas de fondo que no son siempre aludidos; más como un parche que como una alternativa. A pesar de esto, la cultura del hacer claramente posee elementos para generar cambio duradero en las prácticas industriales y los hábitos de consumo, proponiendo una relación más estrecha entre las personas, los objetos que consumen y el medio en el que habitan.
Uno de los elementos fundamentales que la web aporta es permitir que las personas muestren lo que hacen y cómo lo hacen.
En plataformas especificas para ello como Instructables, o inclusive YouTube, podemos encontrar tutoriales para hacer lo que se nos ocurra. La idea poderosa que se transmite es que muchas veces la mayor diferencia entre la persona que nos muestra cómo hacer algo y nosotros es que ellos efectivamente lo están haciendo y nosotros no. Por ejemplo, tutoriales para hacer todo tipo de reparaciones domésticas demuestran en instantes cómo aquello que prejuiciosamente asumimos que escapa a nuestras capacidades es en realidad por demás accesible.
Política. La cultura del hacer genera la sensación de autosuficiencia ("puedo hacer lo que me propongo"). Esto las independiza en varios sentidos y las emancipa. Si las personas se reconocen capaces de modificar su entorno inmediato, modificar los siguientes órdenes (barrio, ciudad, país, etcétera) no se ve como algo inalcanzable.
Económico. No queda del todo claro si las manifestaciones actuales de la cultura del hacer en efecto cuestionan al capitalismo o si sólo se acomodan a él para perpetuarlo. Muchas veces se lo puede discutir a partir de un ejemplo como la producción de basura. ¿Debemos revisar cómo reutilizar nuestra basura o procurar encontrar el modo de generar menos? (No se trata de opciones mutuamente excluyentes, pero alcanza para ilustrar el punto.) De algún modo la cultura del hacer se instala como un modo de subsanar problemas de fondo que no son siempre aludidos; más como un parche que como una alternativa. A pesar de esto, la cultura del hacer claramente posee elementos para generar cambio duradero en las prácticas industriales y los hábitos de consumo, proponiendo una relación más estrecha entre las personas, los objetos que consumen y el medio en el que habitan.
▀ TEXTO/S
▀■ TG: ¿A qué desafíos se enfrenta esta práctica/filosofía?
■▀ VM: A pesar de la cierta compatibilidad que la cultura del hacer encuentra con el capitalismo en general, es cierto que se ubica en gran parte a contramano de varias de sus prácticas. Por ejemplo, mientras que la educación apunta a la hiperespecialización, la cultura del hacer apunta a la polimatía, al explorar cuantos intereses podamos desarrollar; mientras que se apunta a la obsolescencia programada, desde la cultura del hacer se sostiene que "si no puedes desarmarlo/arreglarlo, no es tuyo"; mientras que se apunta a la guerra de patentes y a la producción de objetos culturales privativos (software, hardware, diseños de código fuente cerrado, entre otros), la cultura del hacer invita a abrir el conocimiento producido y sus medios de producción; mientras que se apunta al secreto corporativo, desde la cultura del hacer se invita a la participación, a que el consumidor sea parte del proceso de desarrollo de un producto; mientras que se invita a comprar productos y servicios para llevar nuestras vidas, la cultura del hacer procura despertar frente a la importancia de saber cómo se hacen las cosas y cómo funcionan; mientras que los negocios suelen desarrollarse a partir de pocos grandes capitales, la cultura del hacer suele servirse de la financiación colectiva o crowdfunding, evitando los intermediarios; entre muchos otros ejemplos.
▀■ TG: En La importancia de entender cómo funcionan la cosas, formulas que vivimos en la era dorada del tutorial, ¿qué tan importantes son estas modalidades de instrucción en la actualidad?
■▀ VM: El tutorial es uno de los mayores ejemplos, y productos culturales, de la educación bajo demanda, en oposición a la educación por oferta. Esta educación por oferta es la que encontramos en los ámbitos educativos en general, mientras que la educación bajo demanda es la que reina en internet. Básicamente la primera implica enseñar acerca de una amplia selección de tópicos dados en un orden arbitrario, en la mayoría de casos sin importar su aplicación práctica o los intereses de quien estudia. Por el contrario, la educación bajo demanda se enfoca en el proyecto deseado por sobre todas las cosas y a partir de eso es que se obtienen los recursos. Por eso se le puede llamar aprendizaje por proyectos, aprendizaje práctico, etcétera. Sugata Mitra montó un sistema pedagógico sobre esta mismísima idea: los Entornos de Aprendizaje Auto Organizados (SOLEs, Self Organized Learning Environments). Sus resultados son públicos y por demás alentadores: cuando el estudiante encuentra deseo por estudiar un tema en particular y se apasiona en la obtención de recursos, conocimiento, etcétera, su formación es mucho más eficiente y rica.
A partir de la educación bajo demanda es que se vuelve casi trivial convertir todo tipo de emprendimiento educativo en un juego. La obtención de lo que necesitamos para lograr algo es un desafío en si mismo y es ese el ingrediente clave para cualquier actividad pedagógica que busque compromiso o engagement de parte del público al que se dirige.
A partir de la educación bajo demanda es que se vuelve casi trivial convertir todo tipo de emprendimiento educativo en un juego. La obtención de lo que necesitamos para lograr algo es un desafío en si mismo y es ese el ingrediente clave para cualquier actividad pedagógica que busque compromiso o engagement de parte del público al que se dirige.
▀■ TG: Con respecto a la pregunta anterior, ¿consideras que hay jerarquías de poder inherentes en estas modalidades? (relación docente- alumno)
■▀ VM: La jerarquía en el aula no es necesariamente indeseable. Después de todo el docente no sólo se encarga de educar, sino que debe velar por la seguridad de los estudiantes, cuidar su salud física, mental y emocional, y demás. Es por eso que la introducción del papel de mentor en un aula tradicional no busca romper la jerarquía, sino generar un cambio de perspectiva sobre ese rol privilegiado.
En un mundo en el que la pretensión de saberlo todo es obviamente ridícula, y donde acceder a gran parte de la producción de conocimiento de otras personas está a un clic de distancia, el rol privilegiado del profesor como depositario del conocimiento carece de sentido. En cambio, se logra reconocer que el rol más eficiente que este puede cumplir es el de mentor, alguien que acompaña en la construcción del conocimiento.
El mentor no necesariamente sabe más que el discípulo acerca de lo que se estudia, sino que sabe más sobre cómo llegar a ello. Esto permite que la exploración de los intereses de los estudiantes resulte iluminadora tanto para ellos como para los docentes.
En un mundo en el que la pretensión de saberlo todo es obviamente ridícula, y donde acceder a gran parte de la producción de conocimiento de otras personas está a un clic de distancia, el rol privilegiado del profesor como depositario del conocimiento carece de sentido. En cambio, se logra reconocer que el rol más eficiente que este puede cumplir es el de mentor, alguien que acompaña en la construcción del conocimiento.
El mentor no necesariamente sabe más que el discípulo acerca de lo que se estudia, sino que sabe más sobre cómo llegar a ello. Esto permite que la exploración de los intereses de los estudiantes resulte iluminadora tanto para ellos como para los docentes.
▀■ TG: ¿Cómo percibes el desarrollo del movimiento hacker en Argentina/América Latina y qué similitudes comparte con Europa y Estados Unidos?
■▀ VM: Es imposible contemplar el desarrollo de movimientos sociales o culturales sin considerar las diferencias socioeconómicas de cada lugar. En el caso de América Latina, la cultura hacker a veces es simplemente una nueva forma que toma una cultura preexistente. La creatividad viene de la falta de recursos, y no de su sobreabundancia. Del mismo modo, la innovación se ve motivada ante las necesidades y requiere de la creatividad para suceder. En lugares con economías frágiles, como es el caso de la mayor parte de América Latina, la disponibilidad de recursos tecnológicos suele ser sensible a cualquier cambio. De este modo, la gente desarrolla un fuerte sentido de supervivencia que les exige saber "arreglárselas para sobrevivir".
|
|
Y, justamente, lo que vemos a lo largo y ancho del continente es que eso se repite.
Un caso interesante es el de la "desobediencia tecnológica" de Cuba, el territorio más aislado de toda América Latina. Esta desobediencia tecnológica, acuñada por el diseñador Ernesto Oroza, surge de la necesidad. En un lugar donde es prácticamente imposible obtener 'nueva' tecnología, todo debe ser reutilizado y reacondicionado para cumplir distintos propósitos. El cubano, comenta Oroza, no ve a los objetos superficialmente sino que ve las partes que lo componen. El cubano ha perdido todo tipo de respeto por el propósito original de los objetos, esto es, representa el máximo ejemplo de la reapropiación de la tecnología.
Mientras que en Europa los hackers y makers deben hacer cierto esfuerzo por reconocer algunas necesidades tales como la sobreproducción de basura, la obsolescencia programada, el agotamiento de recursos naturales, etcétera, para el latinoamericano esas necesidades son evidentes en su cotidianeidad. Esto es, no debe hacer un esfuerzo para reconocer que si algo se rompe es difícil de reponer, o que debemos cuidar el medio ambiente. Por el contrario, en Europa muchos de esos problemas se ven lejanos y hay menor 'necesidad' de seguir una ética hacker. En lugares como Cuba, por dar un ejemplo, actuar como un hacker es un modo de sobrevivir, a veces inclusive el mejor modo de hacerlo.
Un caso interesante es el de la "desobediencia tecnológica" de Cuba, el territorio más aislado de toda América Latina. Esta desobediencia tecnológica, acuñada por el diseñador Ernesto Oroza, surge de la necesidad. En un lugar donde es prácticamente imposible obtener 'nueva' tecnología, todo debe ser reutilizado y reacondicionado para cumplir distintos propósitos. El cubano, comenta Oroza, no ve a los objetos superficialmente sino que ve las partes que lo componen. El cubano ha perdido todo tipo de respeto por el propósito original de los objetos, esto es, representa el máximo ejemplo de la reapropiación de la tecnología.
Mientras que en Europa los hackers y makers deben hacer cierto esfuerzo por reconocer algunas necesidades tales como la sobreproducción de basura, la obsolescencia programada, el agotamiento de recursos naturales, etcétera, para el latinoamericano esas necesidades son evidentes en su cotidianeidad. Esto es, no debe hacer un esfuerzo para reconocer que si algo se rompe es difícil de reponer, o que debemos cuidar el medio ambiente. Por el contrario, en Europa muchos de esos problemas se ven lejanos y hay menor 'necesidad' de seguir una ética hacker. En lugares como Cuba, por dar un ejemplo, actuar como un hacker es un modo de sobrevivir, a veces inclusive el mejor modo de hacerlo.
▀■ TG: En Hackers: Heroes of the Computer Revolution, Steven Levy señala la liberación de la información y la descentralización en la transmisión del conocimiento como algunos de los puntos importantes que integran la ética y principios hacker. ¿Cómo es que se adhieren éstos principios a los fundamentos de la cultura maker?
■▀ VM: A grandes rasgos la cultura o movimiento maker sigue todos los principios de la ética hacker. En el caso de la liberación de información, la cultura maker se nutre y logra desarrollarse a partir de la promoción de la cultura libre, concretamente, a partir de la producción y consumo de proyectos de código abierto, tanto de software como hardware, así como de la liberación de la información necesaria para llevar a cabo todo tipo de proyectos prácticos.
Respecto de la transmisión del conocimiento, la cultura maker promueve la documentación de todo lo que se hace, para que otros puedan replicarlos, y anega de todo tipo de jerarquías. Aunque es fácil identificar a los pioneros, gurúes, veteranos o expertos del movimiento maker, por lo general se reniega de todo tipo de privilegio. La idea de fondo es que todos sabemos algo que los demás no saben, y que es la suma total de conocimiento de una comunidad , y no el conocimiento individual, lo que nos fortalece.
La cultura maker lleva como bandera los valores de la ética hacker y a veces logra ejemplificarlos y promoverlos con una efectividad rara vez vista antes. Al enfocarse en la fabricación de objetos, de productos físicos concretos, abre el juego a la participación de todo tipo de intereses. En un hackerspace o makerspace (abandonando sus diferencias) podemos encontrar entusiastas de la tecnología como de la carpintería o la danza, y es en su choque que se da la innovación, persiguiendo sus intereses creativamente hasta las últimas consecuencias.
Respecto de la transmisión del conocimiento, la cultura maker promueve la documentación de todo lo que se hace, para que otros puedan replicarlos, y anega de todo tipo de jerarquías. Aunque es fácil identificar a los pioneros, gurúes, veteranos o expertos del movimiento maker, por lo general se reniega de todo tipo de privilegio. La idea de fondo es que todos sabemos algo que los demás no saben, y que es la suma total de conocimiento de una comunidad , y no el conocimiento individual, lo que nos fortalece.
La cultura maker lleva como bandera los valores de la ética hacker y a veces logra ejemplificarlos y promoverlos con una efectividad rara vez vista antes. Al enfocarse en la fabricación de objetos, de productos físicos concretos, abre el juego a la participación de todo tipo de intereses. En un hackerspace o makerspace (abandonando sus diferencias) podemos encontrar entusiastas de la tecnología como de la carpintería o la danza, y es en su choque que se da la innovación, persiguiendo sus intereses creativamente hasta las últimas consecuencias.
CRÉDITOS |
|
|
■▀ VALENTÍN MURO (ARGENTINA):
ESTUDIA FILOSOFÍA EN LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES (UBA), DONDE INVESTIGA ACERCA DE LOS LÍMITES DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y SUS IMPLICACIONES EN LOS DESARROLLOS TECNOLÓGICOS, ABORDANDO CAMPOS DE LA LÓGICA Y COMPUTABILIDAD, LA FILOSOFÍA DE LA MENTE, LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA Y LA TÉCNICA. A PRINCIPIOS DE 2014 COMENZÓ HACKUMENTAL, UN DOCUMENTAL DE CÓDIGO ABIERTO ACERCA DE LA CULTURA DEL HACER ALREDEDOR DEL MUNDO. HA DESARROLLADO PROYECTOS EN COLABORACIÓN COMO WAZZABI, GENIO MALIGNO, ENTRE OTROS. ACTUALMENTE EXPERIMENTA ALREDEDOR DE LA CRÍTICA A LA TECNOLOGÍA A TRAVÉS DE LA EDUCACIÓN, EL ARTE Y LA CIENCIA. |
FOTOGRAFÍA + IMÁGENES
|
|
|
|
VIDEO
|
|
- ENTREVISTA A VALENTÍN MURO | EDUCAR PORTAL© 2013
BIBLIOGRAFÍA
|
|
|
|
|
^ con cambios mínimos en contenidos de Guadalupe Medina
|